(este poema forma parte del desafío #poember2024. Día 2, “Cristales”)
Muchos miran a mi oficio —cristalero—
como algo peligroso, pues si me arriesgo
las dos manos por poquísimo dinero
y hasta el cuello, a un traidor y muy incierto sesgo.En su frágil transparencia, filo agudo,
el cristal te hiere, corta y te deslumbra,
luz que ciega, cuál acero que, desnudo,
tiembla presto a cruel fulgor en la penumbra.Más cuando nuestro arte, con su mano sabia,
selecciona los retazos primorosos
surge pronta belleza, casi con rabia,
de ver la luz en retablos armoniosos.Cada trozo roto es lágrima doliente,
llora y clama al sol que tierno la acaricia.
Yo lo guardo en mi zurrón como simiente,
una nueva creación que ahora inicia.Luego, arcoíris más tarde se derraman,
en mágico fulgor, si la luz desliza,
en la ventana antigua, odas que declaman,
la belleza que se enciende y no agoniza.Y es verdad que mis dos manos llevan cortes
y mi bolsa no es ni grande ni pesada
pero mucho más alegra que hoy me notes
en tu vida, por ventana iluminada.–Álex Padrón, noviembre 2024
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Los mapas del tiempo, Editorial Primigenios 2019
El rosario del hombre de ceniza, Editorial Primigenios 2020
Thanatos y Eros, Editorial Primigenios 2021
La disyuntiva de la margarita. Revista Azahar 82, 2022
Una bella composición, adornada con una imagen muy lograda que describe un momento de actividad febril del cristalero. Gracias por compartirlo.
Te invito a que te pases por mi blog y comentes.
Saludos.
Marcos