Ciencia ficción

Pececillo de Dios

Una colonia como Averno no es lugar para el débil. Cuando todas las especies autóctonas son feroces microorganismos, curtidos por las luchas internas por la evolución y la supervivencia, no es de extrañar que la llegada de los humanos y sus sistemas inmunes casi vírgenes fuera una bendición para los cazadores invisibles.

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