Vaudeville
Me confieso un artista sin talento
con más ganas de hacer que lo logrado.
No le falta razón a quien me acusa
de ser pobre poeta y peor bardo…
Me confieso un artista sin talento
con más ganas de hacer que lo logrado.
No le falta razón a quien me acusa
de ser pobre poeta y peor bardo…
Aunque disfrute —¡sibarita!— de lo bueno,
no es mi sino hacer ascos, aunque falte
esa gota de placer extraordinario,
ese toque de la magia que resalte…
No sé bien qué hacer conmigo justo ahora,
cuando vuelo tan aprisa, tan certero,
que las nubes se disipan a mis alas
y la vida me sonríe, sin quererlo.
No tolero la certeza de que marches,
y es por ello que te atrapo con palabras:
egoísta al gran cansancio de tus ojos,
vierto en ti todas mis cuitas y mis ansias…
Mi cansancio se rendía ante tu guardia
a pesar de que mis ojos lo ignorasen:
¿Cómo puedo navegar hacia los sueños
cuando esperas el consuelo de mi parte?
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¿Cuándo es que nace el verso reluciente
y oro escancia la musita a sus esclavos?
Sin la blanca, pronto huyen las doncellas
porque solo de palabras no yantamos…
Porque igual que lo pides lo mereces
voy a hacerte un poema a mano alzada:
juro que no usaré en este las plantillas,
solo trozos de suspiros que se escapan…
He renunciado a ti, y en mi renuncia quiero
sepas que en esto no hay nada de agresivo:
te dejo partir con la más triste de confianzas
que en realidad, tú nunca me has querido…
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