Habitaré en tus besos

Para cuando te marches habitaré en tus besos.
Ya no en tu recuerdo, porque me sé efímero,
con esa poca importancia que le das al viento.

Pero lo que aún no sabes, es que en ese tierno
contacto de mis labios he dejado un señuelo.
Él dormirá tranquilo, en pequeña sombra
que con los años de a poco va a ir creciendo.

Engullirá tu desdén, tu orgullo y de paso los celos
que te irán provocando mi andar por este ruedo
de lo que llaman vida y que vamos viviendo
por caminos separados… pero no tengo miedo.

Porque sé que al final, habitaré en tus besos
tal como habito ahora, callado y en silencio,
dejando al tiempo, firme, ganar al “no te quiero”.

Esperando confiado que los planetas, en línea, te griten:
“¡¿Qué haces, insensata?! ¿No ves? ¡Lo estás perdiendo!”

Será tan solo entonces que ese, mi alter ego
que vive entre tus labios se despierte y sople
su alarido en el viento, ese que no te importa,
pero llena tu aliento.

Y me convertiré en susurro, en voz, en el oxígeno
que te de fuerzas y llene tus vacíos, que doble las cadenas
y remueva los cimentos.

Pero no soy profeta, así que de momento
Ignórame de nuevo si te place: de todas formas,
habitaré en tus besos y no puedes culparme.

(Porque tú, cariño mío, me besaste primero).

-Álex Padrón, septiembre 2019

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