Sé que tengo el sagrado deber de equivocarme
y errar mucho y mal, casi todo lo que pueda.
Porque entiendo: de igual forma que no acierto
podría hoy quizás atinar, quiera o no quiera.Siento la necesidad ineludible de ensayarme,
de hallar caminos sin atajos, de echar cuentas.
Porque ya me he quedado mucho con la duda
y me he trepado a las ventanas imperfectas.Por supuesto que me dan miedo los errores,
más aún las ciegas, las tontas consecuencias
de mis cien mil yerros que afectan a los otros:
los penaré y querré pedir perdón la vida entera.Trataré de enmendarlos si es que puedo,
pero ocultarlos no, pues no es la idea.Tan comprometido voy en el arte del fracaso
que conmino a los demás que me flanquean
a rasgar sus guiones programados,
a vivir pronto al viento y la volea,
a reír si no hubiese quien les oiga,
a inventarse pecados que se vean,
a encontrarle bondades a la historia,
asaltando la despensa por las fresas.Pero más que en el placer de equivocarme,
-Álex Padrón, 2020
yo descanso en la máxima que expresa
que al volver a patinarme a la columna,
mi fracaso es cada vez más mi entereza.
Si llegaste hasta aquí, dame un like (que sé que ta ha gustado). O déjame un comentario. O comparte esta entrada en tus redes sociales, para que otros me conozcan. Pero si realmente quieres ayudarme, puedes comprar alguno de mis cuadernos de poesía. Los enlaces para hacerlo están acá abajo:
Los mapas del tiempo, Editorial Primigenios 2019
El rosario del hombre de ceniza, Editorial Primigenios 2020
Thanatos y Eros, Editorial Primigenios 2021
La disyuntiva de la margarita. Revista Azahar 82, 2022