La nana del olvido

Debo y tengo que olvidarte. Olvidarte,
cuando eso es lo menos que querría.
Pero claro: no me queda más remedio,
ya es obvio que, solo así, tú me amarías.

La cuestión no radica en la distancia
si de a paso yo me acerco cada día:
voy haciendo filigranas los temores
al ganarnos nuestra mutua compañía.

Aun así, mucho más le temo al tedio
que ya veo que despierta la rutina
de ese beso que fugaz en la mañana
te regala recurrentes poesías.

Yo sé bien que te aburres fácilmente,
que reniegas de quedarte detenida,
que de noche rememoras los excesos
ya planeados para el resto de tu vida

Y conviene el olvidarte. ¡Olvidarte!
Porque eso es lo que exige tu estadía:
Si te olvido, si te borro de mis sueños,
bien podría una vez más hacerte mía.

Y ganarme las medallas en mi cuello
por proezas de la cama y de la silla.
Y sentirme cabalgando tus entrañas,
mientras lloras de pasión y refocilas
y aseguras que alcanzaste ya tu cupo,
que por fin ya está colmada tu medida.

Así pues, haré por olvidarte. Olvidarte,
para ver si tú después me olvidarías.

– Álex Padrón, agosto 2021

Reto, Geminación

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