Miro sobre el hombro un mar de labios rojos,
que me sonríen con bucólica y mágica porfía
y que llaman con dulces nombres de poeta
a un trozo de alma que tanto amaba y escribía.Sea pues, porque aún quedo a ellas el deberle
ese presto oído tierno que tú jamás ofrecerías.
Con nueva fe, que no espero que comprendas,
¡venga el juego feroz de maltratar el alma mía!Calzo muy lento el gorro de mis sucios cascabeles.
Mi tocado de bufón, de hacer y decir mil tonterías.
Saco del bolsillo y sostengo resignado el cuero frío
del látigo conque hiero y expío mis tantas herejías.Porque, aunque por veces no quiera ni a mí mismo
sé que hoy resuena esta mi voz, triste y quebrada
en alguna queda plegaria de tambor en medio pecho,
en un algún alma errante, que infeliz va deshojada.Así que doy una palmada fuerte, alzando mis solapas,
–Álex Padrón, marzo 2020
me refuerzo en esa mi gran fe que hay un mañana.
Y voy feliz, corriendo hacia ti, silbando por el aire
impulsado seguro en el suave suspiro de mil almas.
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