Hoy

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Me he dado cuenta de que de poco vale
que espere en vano por una respuesta.
El tiempo va y pasa, y casi ya es tarde
para que tú sola vuelvas a mi puerta.

Me he percatado: nada más en mi mente
es donde siempre me abrazas y piensas.
No puedo esperar simetrías perfectas
si quedo atrapado en mi propia cabeza.

Es cierto que a veces pensamos iguales,
quitamos palabras de esta boca nuestra
(que es una sola cuando estamos juntos
y no quiere apartarse de tu lengua fresca).

No obstante, olvido que cuando te vayas
lo harás sin retorno, y ninguna promesa
puede asegurarme que pronto, allá afuera,
encuentres razones para que no vuelvas.

Así que en lugar de rumiar mi tristeza
al ver que te olvidas y ya no contestas,
voy a ser la mano que tire las piedras
hacia tu ventana en cuanto amanezca.

Y decirte un ¡Hola!, ¿Qué tal? ¿Cómo sueñas?
¿Cómo va tu tiempo? ¿Cómo estás, princesa?
Hoy voy a arrullarte lo mejor que sepa,
pues cuando amaneces el sol se despierta.

O hacerte (si puedo) un par de poemas
para que levantes con la risa fresca,
la cara gloriosa, el alma sin penas,
y la convicción de que alguien te piensa.

–Álex Padrón, marzo 2022
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