Si hay algo que tiene variedad, es la literatura. Hay tantos estilos como peces en el mar, pero algunas ballenas sagradas se han dado a la tarea de difundir “verdades sobre la literatura” que nosotros, peces pequeños con ganas de evolucionar, de tanto en tanto nos tragamos.
No digo que para algunos les funcionen. Lo que afirmo es que muchas de ellas están creadas como trampas para que los noveles se desanimen, nadie ose a tocar ni con una plumilla de gorrión a los “gigantes literarios” y están bastante desconectadas de lo que el lector promedio espera y quiere.
Hazme caso, muchachito, o no llegarás lejos
No voy a caer en la trampa de la falsa rebeldía, ni negar la importancia de escuchar consejos de autores vivos o muertos. Los cursos de literatura, los talleres literarios y sobre todo la lectura voraz y omnívora son vitales para formar la base de un escritor. Pero sólo se aprende a escribir bien escribiendo y escuchando a tu audiencia.
Está bien tener referentes y modelos a seguir y escuchar a otros autores, pero de ahí al dogma y la fe ciega hay un largo camino que no quiero recorrer.
Sin ánimo de debate, he aquí algunas de las mentiras que se difunden en ciertos círculos que prefiero no nombrar, pero a las que todos nos hemos expuesto alguna vez (a no ser que escribas desde lo profundo de una cueva, sin ninguna interacción social).
La sencillez no vale: hay que ser profundo
Sí, sí. Cómo no.
Quienes promulgan este dogma se olvidan que muchas de las mejores novelas, y con eso me refiero a las más aclamadas por el público lector, fueron escritas con una pasmosa economía de recursos.
No hay que ser intelectualoide para ser intelectual, ni escribir (o hablar) con una prosodia rimbombante y decimonónica de flamboyanes y farragosas zarzas, o estar citando constantemente a otros autores —eso, a mi entender, es hinchar y robar cuartillas.
Productores de tochos de ochocientas páginas, estos grandes autores no compiten en la misma liga que un Verne, un Salgari o un Dumas, por muchas palmas que la crítica les dé. O de un Hemingway, sin esforzarse tanto en caer gordo.
¡El canon literario no se toca!
Empezaríamos por definir quienes lo componen, pero una vez más aquí todo el mundo merece tener una opinión. Yo tengo la mía, y junto a mi criterio estoy en todo el derecho de no seguir —odiar incluso— a Lezama, Proust, Carpentier, Flaubert o Joyce.
¿Qué tuvieron buena crítica? Vale. Pero igual los encuentro intragables, y ya pasó la etapa en que leer era obligado en la escuela. Mi tiempo en este mundo es finito, así que lo ocupo leyendo a quien me agrade, no lo que manda el canon.
No soy un simple porque no me guste un escritor, o un tontorrón porque no pase de la primera página. Como dice Ortega y Gasset, “yo soy yo y mis circunstancias”.
Las buenas novelas se escriben solas
Ni los personajes “toman vida propia”, ni las narraciones fluyen como ríos, ni un manuscrito es perfecto cuando se escribe de un tirón.
Si bien es cierto que en el proceso de escritura muchas veces saltan buenas ideas y el plan original se tuerce, escribir no es algo automático. Primero requiere preparación y hacer planes, pero luego es turno del verdadero oficio del escritor: tomar lo que se hizo en un rapto creativo y darle forma y cuerpo.
Podando aquí, rellenando allá, reescribiendo y ajustando es como se escribe de verdad una buena novela. Quien diga lo contrario, o no la escribió o tiene detrás un ejército editorial esclavo para arreglar sus mierdas.
La crítica es lo que importa
El que escriba para la crítica, no va a llegar nunca al público. Ese es el que de verdad cuenta, así que a mí me importan tres pepinos lo que comenten los especialistas —aunque ahora mismo tres pepinos salen carísimos en el mercado.
Se escribe para contar una historia al lector, para impresionar a alguien (tu chica/o, por ejemplo) o por molestar a un enemigo. Pero no creo que pueda lograr nada que sirva pensando en que dirá de esto don Pepito o don José.
Después, a lo hecho pecho: si mi obra no habla por sí sola, no seré yo quien salga a debatir o defenderla. Ya bastante me costó parirla y colocarla en el tren editorial, así que me da igual si el crítico la alaba o la entierra. Ni necesito su permiso para escribir, ni lo quiero.
Se debe escribir colocado
Este mito sobre la escritura no me ha funcionado bien. Entre mis amigos, a unos sí y a la mayoría no. Pero los buenos, los estables, los trabajadores, no lo emplean.
Las fases bohemias, alcohólicas y drogadictas no combinan bien con el teclado para mí, ni es condición sine qua non. Hacen que salga algo como “dnf scgs,o,xijrjssrfjrsdjjljfjjia” en la pantalla. Ya para fiesta y postureo habrá tiempo, cuando mi obra maestra se publique y me llene de oro.
Es cierto que a algunos como a Stephen King les funcionó por un tiempo. Pero no quiero un día despertar y no acordarme cuando fue que escribí (y además publiqué e hice una peli) Cujo.
¿Café y cigarrillos? Bueno, nadie es perfecto.
Tienes que ser original y trasgresor para hacer buena literatura
Desde Gilgamesh andamos imitando, y el que lo puso en la tablilla segurito que se lo oyó contar a alguien. Copiamos innovando un poquito y agregando nuestra creatividad, pero hasta ahí.
Por demás, para dárselas de moderno y avant garde hay que dominar a la perfección el oficio, y mi gramática aún deja bastante que desear. Disparar un párrafo sin un signo de puntuación y luego decir que es mi sello personal me parece bastante facilista, amén de ni siquiera ser novedoso.
Un escritor no debe hablar de sí mismo
Sin hacer una autobiografía ni escribir un Mary Sue, es más que válido incluir en una historia partes de la experiencia personal. Este es uno de los grandes agujeros en la literatura escrita por jóvenes: al no tener experiencias de vida, no son a veces realistas ni convincentes.
La ficción nunca es 100% imaginación del autor. De hecho, la ficción pura no existe: para que el lector pueda aceptar un pacto ficcional, el resto de los elementos de una obra han de ser coherentes con su concepción de la realidad. ¿Para qué inventar entonces, si nos tenemos a nosotros mismos y nuestros recuerdos para experimentar todas las emociones y situaciones posibles?
Si nuestra experiencia no bastase, están los amigos, los conocidos y los escenarios que podemos recorrer o mezclar. Un consejo que he visto repetirse a menudo es “Escribe de lo que conoces”. Así que es menester conocer mucho para escribir bien.
Ser serio es ser profundo
Quien afirme esto no ha leído a Shakespeare, ni a Cervantes, ni a ese Chesterton que dijo que divertido no es lo contrario de serio: divertido es lo contrario de aburrido.
La sorna, la sátira, la broma, el doble sentido y el sarcasmo son parte esencial de las herramientas de un escritor para salpimentar su historia. Sin pasarse, el drama más desgarrador o la novela histórica más solemne ganan mucho poniéndoles un alivio humorístico.
Si durante nuestra propia vida somos muchas veces capaces de reírnos de nuestros problemas y quitarles un poco de hierro, ¿qué impide que nuestra escritura sea profunda y divertida? ¿O soy yo el único que ha oído buenos chistes en un velatorio?
Para resumir
Los consejos no son órdenes, no importa quién los emita. Los hay buenos y malos por igual. Algunos les sirven a un grupo de escritores y a otros no.
Lo importante es profundizar en lo que promueven y encontrar hasta qué punto son aplicables a tu caso en particular. Y mejor que oír consejos es escribir.
Así que arriba, que ya vas tarde.
Espero que estos consejos te sean útiles. Pero recuerda: no tienes que recorrer el camino del escritor tú solo. Puedes contactarme si deseas ayuda con tu obra, o solicitar los servicios que te ofrezco más abajo:
O, mínimo, puedes apoyarme compartiendo esta entrada para que otros se beneficien con ella.
Y, si aún no te has suscrito a mi sexy sitio, ¿a qué esperas? Déjame tu dirección de correo y así te aviso cada vez que publique:
Estoy de acuerdo contigo cien por ciento! Saludos!
Hola Álex
Creo que es la primera vez que doy con tu blog. Veo que tienes ya unos cuantos “hijos” literarios a tu cargo…¡Enhorabuena!
Sin estar de acuerdo al cien por cien con lo que dices debo decir que me ha gustado lo que has contado y cómo lo has contado. Digo al cien por cien porque algunos de esos “dogmas” no los había escuchado nunca, como lo de que había que escribir colocado…. Pero puede deberse a que yo a veces vivo en los mundos de Yupi y no me entero de nada…
Personalmente sí que me ha pasado en alguna ocasión que alguno de mis personajes parecía cobrar “vida propia”, es decir, que me guiaba el personaje a mí más que a la inversa, pero supongo que cuando tienes ya unas cuantas novelas en el mercado surgen personajes de todo tipo.
Estoy completamente de acuerdo en que la escritura requiere disciplina, que sin descuidar recursos hay que tratar de ser natural, fresco y espontáneo y que siempre dejamos un rastro de nosotros mismos en nuestros escritos.
¡Felicidades!
Pues muy malo sería que estuvieses de acuerdo con todo: sin confrontación de opiniones, no hay progreso ni conversación. Algunos alegan que Bukowski, Poe, Hemingway y otros fueron genios por sus adicciones al alcohol y otras cosas, y tratan de imitarles. Yo digo que lo fueron A PESAR de ellas. La vida bohemia parace ser un estigma para los escritores y así nos ven generalmente, cuando en realidad es un trabajo difícil y que requiere muchísima dedicación.
Me alegra que, de alguna forma, hayas encontrado mi sitio y espero que te animes a leerme. Siempre es bueno recibir amigos en casa.