Cómo escritor, hace tiempo que me he percatado de que por mucho que me guste escribir FIN en la última página del manuscrito, mi trabajo como escritor apenas comienza.
No importa si eres un autor consumado o novel: siempre el entusiasmo por la obra terminada te inclinará a defender lo último que ha salido del tintero. Y claro que lo perfecto es lo enemigo de lo bueno y en algún momento hay que someter la obra al criterio de la verdad, que es la opinión del lector cero.
Pero falta mucho trabajo aún para tener una obra terminada. Hay que dar muchos retoques, mucho que rescribir —y muchos tijeretazos— para que un primer borrador tenga la calidad necesaria dárselo a un editor, y más para que llegue a los ojos del lector.
Esto no es algo que me pase solamente a mí. Como he tenido que evaluar muchas obras en calidad de lector editorial, además de encontrar agujeros en mi propia escritura he podido identificar una serie de errores comunes que se repiten una y otra vez.
Así que no está de más revisar con ojo crítico que no hayas caído en alguna de estas cinco pifias, que tanto van a demeritar tu esfuerzo.
Agujero 1: La historia es la mar de predecible
Aunque también es cierto que una novela ha de ser lógica y coherente, quizás tus personajes estén actuando de tan forma predecible que la trama y su solución ya se vislumbra desde el comienzo.
Si no hay alguna sorpresa o giro dramático, el lector se aburrirá pronto. No es que lo zarandees de un lado a otro con sustos en cada página, pero una historia tiene que plantear un conflicto que genere expectativa y una solución atractiva (dentro de la lógica, ¿eh?).
Parche: Establece el conflicto y la estructura de la trama de manera que sugiera y prepare al lector para los giros argumentales. Más tarde, vincúlalos a los arcos dramáticos de tus personajes de manera que la historia mantenga la expectativa hasta la página final.
Dosifica la información que vas dando al lector a lo largo de la obra, de forma que no adivine a la primera cuál es la clave para la solución del conflicto. El objetivo es que, cuando llegue al clímax dramático, se de una palmada en la frente y diga “las claves estaban a la vista y no las vi”. Tampoco hagas como Agatha Christie, que se guardaba un as bajo la manga hasta las últimas cuartillas —y el asesino era invariablemente el mayordomo o el primer muertito.
Agujero 2: Mucha (o poca) acción
Este error tiene que ver con el ritmo de tu narración: si pasan cincuenta cuartillas sin pasar nada, el lector se aburre y cierra el libro.
Si, por el contrario, la narración es trepidante y llena de patadas y hostias, llega el momento en que las piruetas no emocionan a nadie y solo marean (Remember Jhon Wick).
Parche: Equilibra las escenas de acción con las de reacción, en las que los personajes se reajustan a las circunstancias y se adaptan a las nuevas condiciones que les impone la trama. Puedes pensar en clave cinematográfica para la trama tu novela, pero cuida que no se te convierta en una peli de clase B.
Agujero 3: La trama es demasiado complicada
Si llenas tu novela de personajes, giros y subtramas, corres el riesgo de que el lector ya no pueda encontrar el hilo conductor de la historia y se pierda en la hojarasca.
Parche: Es mejor podar las cosas y no dar nombres, apellidos e historia de personajes que no van a volver a aparecer en la historia y no es necesario que destaquen. Si por el camino notas que ese vendedor ambulante de globos y ametralladoras AK-47 tiene un trasfondo que merece un aparte, escribe otra novela con él. O hazlo reaparecer en la segunda entrega de tu ya exitosa saga.
Esta es una de las principales razones por las que tu manuscrito de cuatrocientas páginas va a adelgazar y mucho, pero ten en cuenta que mientras más directa la trama más agradable será para el lector. Todo lo que se aparte —y no aporte— a la historia central, tiene que irse.
Agujero 4: Los personajes son orates
Esto sucede con más frecuencia de lo que me gustaría: las decisiones de los personajes no tienen lógica interna, rompen con todo lo establecido previamente y parecen salidas de un manicomio.
Parche: Aunque un protagónico realice una acción para que el desarrollo de la trama tome un giro necesario, esta tiene que justificarse con un buen arco de personaje previo que explique la lógica subyacente y le acerque a su objetivo.
Vamos, que si un protagónico de repente saca un revólver de la nada y la emprende a tiros con la anciana del estanco de tabaco, mejor que justifiques su comportamiento de alguna forma. Esto puede hacer la historia interesante, pero si vas contra la lógica también se sentirá falso y forzado.
Siempre tienes que ponerte en la piel de tu personaje y analizar cómo actuaría en cada caso, dadas sus motivaciones y objetivos. Nunca cómo tú mismo reaccionarías. Si te cuesta encontrar un razonamiento lógico, debes profundizar en el arco del personaje para hacerlo creíble.
Puedes basarte en una persona que conoces y se asemeja a tu personaje, incluso preguntarle a amigos o familiares qué harían en una situación similar. Claro, que jugar rol ayuda mucho y si tienes warband, pues ya tienes un buen puñado de personajes creíbles.
Gran agujero 5: El final no cuela
Un gran arranque, mejor desarrollo y la fastidias en el final. Puede que sea abrupto, apresurado, predecible, confuso, ilógico, no resuelva el conflicto de la trama…
Sobre los finales y cómo fastidiarlos ya he conversado largo y tendido, así que te dejo los enlaces aquí:
- Final de la historia: cerrar con broche de oro
- Más sobre cierres y finales (y un secreto personal)
- El final de los finales
Parche: Acá no hay atajos. Hay que repensar la conclusión de tu manuscrito y llegar a un punto donde tanto tú como tus lectores ceros se sientan complacidos.
Nada causa más decepción que enamorarse de una historia para que luego el final no cuele. Quizás el problema no radica en el final en sí, sino en cómo has conducido la historia para llegar a él. Comoquiera que sea, vas a tener que reescribir para complacer a tu audiencia.
Pero, ¿no es acaso la reescritura y revisión donde se manifiesta el verdadero talento de un escritor?