Te avergüenzas de mí, me he percatado,
porque evitas a posta caminar a mi vera.
Jura si lo quieres: si tanto me has soñado,
¿por qué la realidad te marca una barrera?No sé cuál es la traba que llevas en el brazo
que la mano me niega, aunque yo la prefiera.
Aunque creas que es tonto o banal de mi parte
muy bien se justifica, si con calma lo piensas.Cuando estás a mi lado necesito tocarte,
así que al caminar, si mi palma no llevas
es como si las manos perdieran su sentido:
ponerlas al bolsillo tan pronto me recuerda
que monedas no tengo, y que si las tuviera
pudiera regalarte mucho más que poemas.También está la llave de esa casa nuestra,
que de forma tan terca quisiera que tuvieras.
Yo sé que no la quieres, ni en falta la echarías
—no tanto como ella de tu presencia anhela.También palpo un cigarro con una fosforera:
recuerdo de los vicios que cortan mi existencia
pero que en la paradoja, la tornan llevadera
para quemar más aprisa las horas de la espera.¿Qué más me da sentido, en esta ropa seca
-Álex Padrón, abril 2020
que solo necesita para huir que tú aparezcas?
Pero mientras vamos y el “a solas” no llega,
regálame tu mano, y que a todos parezca
que hoy, este poeta, ha cazado una estrella.
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