Poesía

Cierto es que no cuento más los versoscuando marco con el báculo mi ritmo:yo prefiero que me nazcan las palabrasque cerrarles las pisadas con un

Aquí voy, manteniendo mi promesade dejar a la tristeza en la estacada:ella llora lo feroz de mi partida,me despide con pañuelos de lavanda. La consuelo,

¡Cuánto das, mi estrellita de esperanza,y que poco puedo hacer para pagarlo! De principio, me regalas compañía,esa que me has enseñado, con ya años,a paciente

En la cárcel de Viznar
llegó su postrera aurora:
no le dieron a escoger
morir en luz o a la sombra.

Ya no sé si la suerte me depare
acudir a mi cita a los sesenta:
cada día más me cuesta levantarme,
cada noche me discurre la más lenta…

Me he cansado de esperar por ese aliento
que me saque las cenizas de las calzas:
si venía manteniendo lento el fuego,
es momento que me erija como llama…

En un lance de monedas, he perdido.Reconozco que de errores voy sobrado,más no quiero albergarlos en el hombro:ya me basta la experiencia que he ganado.

«¡No se marche de este juego todavía,
más historias en la mesa han de contarse!»
Así claman nueve musas zalameras
que reparten otra mano de los naipes.