¿Para qué me preocupo?

¿Para qué yo regreso a este sordo silencio,
si una y otra vez contra mí te escudas?
¿Qué sentido tiene formular preguntas
si sé las respuestas y son siempre duras?

Así voy de nuevo sin voz a la Luna
a seguir un ruego que rasga y estruja.
Aunque sueñe feliz que por fin escuchas
no me reconoces: soy polvo y basura.

Tozudez absurda esta pura porfía
de hacer una pira con mis redondillas
que ya de ser “holas” serán despedidas
que muelo y postergo con rabia infinita.

Debería entonces cantar a otra cosa:
a la fría noche, la lluvia, la música,
al Sol, a mi gato, a mis desventuras,
al viento que quiere tocarte desnuda…

Y así, como ves, por más que la duda
vuelva a perseguirme y sea mi tortura
regreso a tu ruedo para que me ignores
para que te quedes tan bella y tan pura…

Allá en la distancia, dónde mi tristeza
sea solo el recuerdo de alguna aventura.

–Álex Padrón, El rosario del hombre de ceniza
Editorial Primigenios 2020