Artículo para la Editorial Atmósfera Literaria sobre la manera apropiada de enviar manuscritos para su publicación tradicional.
¿Enviar o no enviar un manuscrito? Una vez terminada una obra, el autor tiene dos caminos a seguir. O bien lo guarda en un cajón hasta que llegue el momento propicio para presentarlo —a un concurso, a algún agente que se lo pida o para una buena revisión al cabo de cierto tiempo—, o lo somete a la consideración de una editorial.
En el segundo de los casos, hay opciones. Si tiene mucha confianza en la obra, puede lanzarse a autopublicarla, corriendo con todos los costes que eso conlleva y esperando que resulte rentable. Otra opción, algo menos arriesgada, es asociarse con una editorial para hacer una coedición y compartir costes. Y la última, el sueño dorado de cualquier escritor, es presentarla a una editorial tradicional de prestigio y que esta asuma la publicación del libro.
Pero, ¿cómo hacerles llegar el manuscrito para tener más posibilidades de éxito? En este artículo trataremos de contestar a esta interrogante.
Enviar un manuscrito para publicación tradicional
Centrémonos en el último caso, que es dónde con más rigor se evalúan las obras. Acá podemos dividir las editoriales en dos grandes grupos por su forma de abordar los manuscritos: las multinacionales y las editoriales independientes.
Manuscritos a editoriales multinacionales
Las grandes editoriales multinacionales ofrecen, por lo general, contratos con jugosos anticipos y son el pináculo de la carrera de un escritor. En estos Olimpos hay unos pocos, porque es muy difícil acceder a ellos.
Una forma es a través de los concursos que estos gigantes editoriales lanzan. Como forma de aproximación son válidos y hay alguna posibilidad de que un manuscrito caiga en las manos del revisor adecuado y que se interese en la obra. Esto no quiere decir que un autor novel vaya a ganar el premio (que involucra usualmente cifras con más de tres ceros), ni siquiera una mención.
Muchas editoriales tienen como práctica preseleccionar los ganadores, para poder darle un empujón de ventas al título de “Ganador del concurso X” en la portada de su libro. De interesarse en un autor no premiado, la editorial lo contactará a posteriori, ofreciéndole una salida editorial en un sello menor.
La otra opción de acceso es a través de un agente literario, que se encarga de contactar con el sello editorial más apropiado para el libro, gestiona los contratos, negocia regalías y sirve como promotor de la obra. El agente se suele llevar alrededor del 15% del anticipo y las regalías devengadas por la venta del libro contratado. Raramente una editorial multinacional se interesa en el trabajo de un autor novel y le contacta. Pero también puede suceder.
Mandar un manuscrito “a puerta fría” es la última opción y la que menos posibilidades de éxito tiene. Pero, aun así, puede tocar la lotería y que la obra no termine en la papelera, siempre que el catálogo editorial sea afín a la obra, se prepare una buena carta de presentación y el manuscrito como tal pase el filtro de un editor.
Las editoriales independientes
Si bien es cierto que no tienen el alcance de las grandes editoriales y tampoco sus beneficios económicos, las editoriales independientes son un buen escalón para ganar currículo, lectores y algún beneficio económico discreto.
Por lo general no ofrecen anticipos para los autores, pero aportan un por ciento anual sobre las ventas y se encargan de todo lo relativo a la corrección, maquetación, portada, impresión, distribución, comercialización y algo de promoción sobre la obra. Los autores deben involucrarse en el marketing editorial para que las ventas crezcan, porque la promoción del libro así editado suele abarcar pocos meses desde su lanzamiento.
La ventaja radica en que estas editoriales son más receptivas a la hora de aceptar manuscritos. Suelen indicar su política de recepción de manuscritos en sus páginas webs, promocionan concursos —de cuantías no tan altas, pero interesantes— para descubrir autores y por lo general no es necesario contactarles a través de agentes.
La obra correcta en la editorial precisa
No se puede mandar indiscriminadamente una obra a cientos de editoriales y esperar que la acepten. Cada sello, sin importar si es independiente o multinacional, tiene sus especializaciones: al tratar las obras como productos, su objetivo es maximizar las ventas y llegar a su público objetivo (lectores que le compran).
Así pues, no tiene sentido enviar un manuscrito de aventuras a una editorial especializada en filosofía, y es hasta grosero hacer que un revisor de una editorial de literatura infantil considere una novela erótica. Por ello, lo primero es revisar el catálogo editorial y ver si el manuscrito se ajusta a los intereses de ese sello.
Otras editoriales son más generalistas y aceptan obras de diferentes categorías, pero se nota en el tipo y número de obras publicadas aquellos géneros dónde son más prolíficas. Por ejemplo, Atmósfera Literaria considera y acepta todo tipo de géneros, pero se precia de contar con uno de los mayores fondos editoriales de Nueva Novela Negra Cubana (NNNC), por lo que un manuscrito que se ajuste a este tópico tiene mayores posibilidades de ser aceptado para su publicación tradicional.
Otro modo eficaz de saber las editoriales que publican manuscritos de un género dado es visitar una librería e ir a la sección correspondiente. Esto no solamente permite identificar los sellos editoriales, sino analizar el tipo de obras que se encuentran en tendencia en la actualidad.
Lo mejor es investigar y seleccionar un grupo de editoriales en las que el manuscrito tenga posibilidades de ser aceptado. Por lo general en sus páginas webs figura explicada su política de recepción de manuscritos, o al menos habrá un correo de contacto al que se pueda preguntar.
Si la editorial lo aprueba, es cuestión de hacer una buena carta de presentación y enviar la propuesta. Luego, en dependencia de las editoriales que contesten de manera positiva, elegir las que ofrezcan un contrato más ventajoso.
Enviando el manuscrito
Todo manuscrito ha de acompañarse con una carta de presentación. Esta debe ser personalizada para cada editorial y es la oportunidad del autor de darse a conocer a su editor en potencia —para el que, la mayoría de las veces, el autor es un perfecto desconocido.
Esta debe ser corta, directa y respetuosa y presentar tanto al autor como al manuscrito. Se recomienda algo alrededor de las 250-500 palabras: el editor recibe de manera regular no decenas, sino cientos de propuestas y su tiempo es limitado. El tono ha de ser respetuoso y profesional, con una redacción y ortografía perfectas. Lo importante siempre será el manuscrito, pero un error en la carta de presentación dará una pésima imagen inicial y predispone al editor a rechazar la obra.
Para dar una mejor idea sobre la carta de presentación adecuada, sugerimos este artículo y la respuesta a él de uno de nuestros editores. Pero no puede faltar en ella:
- El nombre y apellidos del editor. Si no se dispone de ellos, un “Estimado editor de (Nombre de la editorial) puede servir.
- Presentación con datos relevantes del escritor.
- Un párrafo sobre el tema o argumento del manuscrito y el mercado al que va dirigido.
- Datos de contacto del autor: nombre, e-mail, teléfono, redes sociales y horario en el que está disponible para recibir llamadas.
Luego, se envía el manuscrito como tal, en el formato que la editorial indique. Si esta información no está disponible, puede usar las especificaciones de Atmósfera Literaria como modelo general.
Una nota importante
Eso sí: nada de colores, portadas, tipografías exóticas ni ningún adorno. Basta un texto con una tipografía estándar y fácil de leer (arial, verdana, calibri o times new roman de 12 puntos son las más empleadas). Sobre el interlineado el criterio varía, pero 1,5 o 2 espacios son bastante empleados. No obstante, lo más indicado es enviarlo con interlineado sencillo. El mayor espaciado es una reminiscencia de cuando se enviaban los manuscritos mecanografiados y el editor necesitaba espacio para incluir sus comentarios. Hoy en día, con los procesadores de texto existentes, no es necesario los interlineados especiales, ya que los editores realizarán sus comentarios sobre el propio archivo utilizando las formas de revisión del procesador.
El formato para enviar un manuscrito es Microsoft Word o similares, que puedan ser editados si se aceptan. Una vez más, se sugiere seguir las pautas de cada editorial.
¿Enviar un manuscrito, así sin más?
Normalmente, las editoriales no exigen (ni necesitan) que las obras estén registradas para la protección del derecho de autor, si bien recomiendan que las obras figuren registradas en Propiedad Intelectual. Ellas se encargarán de hacer el registro en la Agencia del ISBN como parte del proceso de edición, pero no en el de la Propiedad Intelectual.
No obstante, el tema del plagio le preocupa a muchos autores, por lo que prefieren registrar sus manuscritos. Esta es una buena práctica, si bien depende del criterio de cada cual. Una editorial de prestigio incluirá las salvaguardas necesarias para no verse envuelta en una demanda legal o un escándalo por esta causa, por lo que como norma es seguro enviar un manuscrito no registrado para su consideración. Lo que sí no pueden garantizar las editoriales es el recorrido que el autor le dé a su manuscrito y que no dependa de su control.
En cuanto a la decisión de enviar la obra completa o solamente unos capítulos de muestra, otra vez depende de la política editorial. En algunos casos —en especial si el autor ya tiene una relación con la editorial— dos o tres capítulos iniciales y una sinopsis pueden bastar para generar un contrato. Otras editoriales prefieren recibir el texto completo de la obra para evaluarla como un todo.