9 figuras poéticas que caen al olvido (y un reto para revivirlas)

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Ni de cerca me considero un destacado poeta, y mucho menos un estudioso de la poesía. Como narrador tal vez pueda discutir un par de cosas, pero mi poesía es más intuitiva que escolástica.

Aun así, algo de criterio tengo, en el sentido de saber si algún poema me mueve o, por el contrario, es solo una sarta de palabras mal engarzada. En este sentido me confieso amante de la poesía de los románticos ingleses o los clásicos españoles, desbrozada de los aires de posmodernidad que exhiben algunos de los versos que rondan —y hasta medran— por ahí.

Figuras retóricas que le faltan a la poesía

Pero sí tendrán que coincidir conmigo que el castellano español —ese idioma de riqueza incalculable— acoge un enorme caudal de figuras poéticas que son poco explotadas en la poesía actual, cuando deberían brillar y no caer en el olvido.

Así pues, acá les dejo nueve de ellas, para análisis y reflexión, de por qué en lugar de inventar el agua tibia vale la pena mirar a lo clásico como fuente de inspiración.  Adelanto que al final lanzo un reto, así que al que le pique es porque ajos come.

Aliteración

Esta figura consiste en la repetición de un sonido a lo largo del verso, sin importar la posición en la palabra. Suelen ser muy efectiva cuando se escucha en voz de un buen declamador. He aquí algunos ejemplos clásicos:

“Sola en la soledad del solitario Sur del Océano”

(Pablo Neruda)

“A las aladas almas de las rosas…”

(Miguel Hernández)

Verme morir entre memorias…

(Garcilaso de la Vega).

Anáfora

En esta figura retórica, una serie de versos o sentencias inician con la misma palabra:

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

(Miguel Hernández)

Enumeración

Es una figura de acumulación, que consiste en sumar o acumular elementos lingüísticos a través de versos coordinado por conjunciones o por yuxtaposición.

da en el primero, y al de atrás responde,
derriba, rompe, hiere, parte y mata,
trastorna, arroja, hiende, estrella, asuela,
envuelve, desaparece y arrebata,
consume, despedaza, esparce, vuela,
traga, deshace y sin piedad sepulta

(Espinel)

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo[…]

( Lope de Vega)

Geminación

La geminación es la repetición de dos o más palabras contiguas. Por ejemplo:

No, mi corazón no duerme,
está despierto, despierto

(Antonio Machado)

¡tenemos que tener Orden! ¡Orden! Qué altiva
imposición del orden una mano
un color, un sonido!

(Miguel Hernández)

Parómeon

Esta figura retórica consiste en la repetición de un mismo fonema al principio de las palabras que contiene el verso. Un ejemplo en donde la “f” es el sonido repetido:

Mientras el franco furor fiero se muestra

(Gutierre de Cetina)

Pleonasmo

Esencialmente, es la inclusión en un verso o sentencia de dos elementos redundantes. Algunos lo consideran un error en la prosa, pero en la poética puede emplearse para hacer versos muy hermosos, siempre que huyamos de los pleonasmos comunes como el “llorar de los ojos” o “reír de la boca”:

el amor amoroso
de las parejas pares

(López Velarde)

Temprano; madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo

(Miguel Hernández)

Cuando, Señor, nos besas con tu beso…

(Miguel de Unamuno)

Polisíndeton

El Polisíndeton consiste en usar más conjunciones o nexos de los que son necesarios en un verso.

El prado y valle y fruta y río y fuente
responden a su canto entristecido

(Fernando de Herrera)

Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.

(Federico García Lorca)

Hay un palacio y un río y un lago y un puente viejo,
y fuentes con musgo y hierba alta y silencio… un silencio.

(Juan Ramón Jiménez)

Similicadencia

En esta figura poética los finales de palabras que están cerca coinciden. El efecto es el de una especie de rima interna:

Estoy cantando yo y está sonando

(Quevedo)

También hay similicadencia cuando concluyen dos o más incisos o frases poéticas con nombres puestos en iguales casos, o verbos con los mismos tiempos y persona:

Montes de agua lo combaten;
vientos opuestos lo azotan;
ardientes rayos lo alumbran,
continuos truenos lo asordan

(Mariano José de Larra)

Sínquisis

Básicamente, consiste en descomponer los elementos de una oración para trastornar el sentido de la oración o lograr una rima.

 De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío,
y redil espacioso donde encierra
cuanto las cumbres ásperas, cabrío,
de los montes esconde: copia bella
que un silbo y un peñasco sella.

(Luis de Góngora)

Hasta este punto, Lesbia, mi mente está reducida por tu culpa.

(Catulo)

A que no te atreves…

Estas son solo nueve de las llamadas figuras retóricas que pueden emplearse en la poesía, pero hay muchísimas más. Ya las iré refrescando de a poco, pero como se predica con el ejemplo, me reto a mí mismo a irlas empleando una a una en los poemas que están por venir.

Los iré colocando en la sección de poesía de esta página, y en mi página de Facebook Álex Padrón: látigo & Cascabel.

Si tú, querido lector/poeta, quieres hacerte partícipe de este desafío, comparte este artículo en tus redes sociales y publica nueve poemas, cada uno empleando una de las figuras retóricas que describo. Y déjame en los comentarios el link de tu web o página de Facebook, para seguirte y promocionarte.

Seguro que tus lectores —y el idioma— lo agradecerán.

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