Proclama y canto

Aún no me harto de ti, y es por eso
que con profunda humildad yo me declaro
fugitivo de amores escondidos
a los que no sucumbiré sin cuestionarlos.

Aún tengo fe en ti, aunque siendo exactos,
demasiada confianza he demostrado:
tú te empeñas en rodearme en círculos
cuando el camino adelante es más ancho.

Mas no quiero que del mundo te parezca
que intento forzarte a breves pasos.

Yo despliego mi panoplia de placeres,
que no son muchos, pero no son amargos:
puede que no te tienten de repente,
pero si tienes a bien eso de probarlos
descubrirás que no son tanto diferentes
como la mano que se empeña en empuñarlos.

Pero si no, ¿qué yo hacer podría,
que acatar tu destello imaginario?
Sin presión, te aseguro que otras bocas
escondidas están ansiosas por besarlos.

Aunque yo decido que te acerques,
hay en ello una línea y un badajo
presto a sonar una campana y lanzar
al mundo un corazón sangrante y desbocado
que se sabe pronto de tristezas,
pero terco, del amor no ha claudicado.

Pero muchas gracias pronto te dedico,
por el nuevo y pertinaz dolor ametrallado.
¿De dónde saldría mi inocencia, si no fuese
de un agujero en el pecho como un plato?

Así que más que miedo, no me tengas
temor, que nunca te he olvidado…
Hasta cuando decida que ya basta.
Hasta el momento que yo vea me has fallado.

–Álex Padrón, Los mapas del tiempo,
Primigenios 2019