Manual del escritor fantástico: creando propaganda efectiva

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Una de las partes más difíciles (pero divertidas) de la creación de mundos (worldbuilding, si te gusta el término en inglés) es la definición de las sociedades. En la CF, uno de los esquemas más socorridos es la sociedad totalitaria, utópica o distópica, en la que un pequeño grupo controla a grandes masas.

En todas ellas las clases dominantes tendrán influjo sobre los estratos más bajos (obvio, por eso son dominantes, ¿no?) utilizando mecanismos como el terror, el acceso a los recursos o la estratificación del poder en pequeñas zonas de control.

No obstante, la mayoría de los modelos de sociedades totalitarias literarias pasan por alto —o solo lo modelan por encima— una de las herramientas de control más efectivas y exitosas en la historia de la Humanidad: la propaganda.

Propaganda: vendiendo una idea

Como forma de comunicación, la propaganda busca influir una comunidad hacia una causa o posición alimentando y repitiendo un argumento sesgado. No es libre e imparcial, sino que alimenta una idea que conviene a la clase dominante —omitiendo sus aspectos controversiales— en busca de una reacción emocional más que lógica capaz de conducir las  líneas de pensamiento y esquemas de conducta deseados.

La propaganda como tal es neutra y no tiene necesariamente una connotación negativa. Sus caminos se han estilizado y refinado gracias a los avances de la publicidad, una rama de la propaganda orientada a la compra y venta de bienes y servicio. Pero, en buena lid, también las religiones la han utilizado intensamente para la propagación de sus ideas.

A la hora de construir mundos, uno de los aspectos más importantes de la propaganda que tiene que tener en cuenta el autor es el llamado marketing social. Como su nombre lo indica, este tipo de propaganda vende sentimientos de orgullo como nación (o raza), odio (hacia los demás que no pertenecen al grupo) y amor (hacia la clase directiva).

Marketing social: preceptos para las masas  

Una de los principios de una buena construcción de mundos es la credibilidad, así que para forjar un sistema de propaganda social efectiva en el tuyo vamos a enunciar una serie de 11 preceptos tomados de la realidad.

No diré quién las enunció… para que no las rechaces de antemano.

Recordemos que estas son solo herramientas: como las usen los dirigentes —o dictadores— de tu sociedad ficticia, es cosa exclusivamente tuya. Más bien, de ellos. En un final, la propaganda es la propagación consciente de una idea. Si esta es negativa o positiva, depende de quien la propague.

Simplificación y enemigo único:

Una sola bandera para unir la nación, un solo enemigo contra ella.

Principio del contagio:

Todos los adversarios tienen una característica común que los define como el enemigo.

Principio de la transposición:

Los enemigos son los causantes de nuestros errores y defectos. Por ello, deben ser eliminados para que podamos prosperar.

Exageración y desfiguración de la amenaza:

Cualquier detalle contrario a nuestra ideología es una amenaza grave para nuestro pueblo.

La vulgarización de la idea:

Cuanto más grande sea la masa a convencer, más sencilla ha de ser la idea y pequeño el esfuerzo mental para entenderla.

La orquestación:

La propaganda ha de limitarse a un número pequeño de ideas que se repitan de forma incansable y desde todos los ángulos. De aquí se deriva que si una mentira se repite lo suficiente, se convierte en verdad.

La renovación de la idea:

Las respuestas del adversario no pueden contrarrestar las acusaciones: es necesario lanzar un cúmulo tal que el público siempre esté interesado en nuevos “hechos”.

La verosimilitud:

Los argumentos para construir la propaganda deben ser construidos con fragmentos de tantas fuentes que es más fácil creerlos que contrastarlos.

Principio del silencio:

las cuestiones que no pueden argumentarse se silencian. Las noticias favorables al enemigo se deben acallar.

Principio de la transfusión:

la propaganda ha de basarse en la historia de la nación, de manera que se puedan retrotraer ideas al contexto histórico actual.

Principio de unanimidad:

la propaganda ha de lograr la impresión que mucha gente responde a la idea que propugna. Quién no piense “como todo el mundo” debe estar equivocado, o forma parte del enemigo.

Técnicas de propaganda

Una cosa son los preceptos —que pueden considerarse estrategias a largo plazo— y otra las técnicas para cumplirlos, que son la aplicación táctica para lograr el fin de la propaganda. He aquí unas cuantas. Ya es tarea del escritor investigarlas y orquestarlas dentro de su propia maquinaria propagandística:

  • Buscar la desaprobación
  • Cabeza de turco
  • Eslogan
  • Explotación de tópicos y lugares comunes
  • Fabricación de falsos documentos
  • Generalizar o estereotipar
  • Imprecisiones intencionales o mentiras por omisión
  • Inspiración del miedo
  • Insulto y difamación del adversario
  • Mentalidad «gregaria»
  • Redefinición de palabras o conceptos
  • Referencia a la autoridad y el prestigio
  • Ser modesto, ponerse en el lugar de los más desgraciados
  • Simplificación exagerada
  • Técnica de la mentira, falsedad y calumnia
  • Técnica del «transfer»
  • Testimonios
  • Trueques semánticos

Obvio, tanto los preceptos de la propaganda como sus técnicas están basados en los sesgos cognitivos y las falacias de argumentación.

Algunos ejemplos de propaganda en la literatura de ficción

Seguramente, a simple golpe de memoria habrás identificado alguno de estos mecanismos de propaganda en tu propia sociedad. Pero, ¿y en la literatura de ficción?

Siempre que hay polos opuestos, de alguna forma encontraremos alguna herramienta de propaganda implícita o explícita. Piensa en las minutas informativas de Starship Troopers de Heilein.

O la propaganda agresiva de Mercaderes del Espacio —que, además de vender, arremetía contra los consistas— de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth. Y ¿qué tal la satanización de los insectores en El Juego de Ender de Orson Scott Card, que justificó su xenocidio.?

También la propaganda sobre los viejos malos tiempos en el mundo de Los juegos del Hambre y sobre la bondad del Capitolio y el heroísmo de los tributos, de Suzanne Collins. Y la poderosa maquinaria propagandística de las empresas médicas gerontócratas hacia las extensiones de la vida y tratamientos terapéuticos en El fuego sagrado de Bruce Sterling. O la de estilos de vida y caracteres tribales que hacían las Pyles en La era del diamante de Neal Stephenson.

Buenos ejemplos se sobran. Es tiempo entonces que medites y construyas la propaganda para manipular las masas en tu mundo, dándole credibilidad y volumen. ¿Conoces otros? Pues déjanos un comentario para incluirlos.

Espero que estos consejos te sean útiles. Pero recuerda: no tienes que recorrer el camino del escritor tú solo. Puedes contactarme si deseas ayuda con tu obra, o solicitar los servicios que te ofrezco más abajo:

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