Coliseum

Porque un triste día decidiste tú solita
que era mejor marchar, volar en andas
de otros sueños, gentes y otros versos…
no me vengas con sermones a mi casa.

Las idílicas parejas y los príncipes
viven dentro de los cuentos de las hadas.
En la cruda realidad del hoy y ahora
creo que un hombre amoroso te bastaba.

A mí la perfección no me complace.
Mil errores tenías, y los amaba
en la misma medida en que lo bueno
con un velo tupido los tapaba.

De la misma forma sé: no soy idóneo,
tengo una ruta bien larga para andarla.
Y silbo, feliz de verme en el camino,
de hacerme mejor en cada estaca.

Agradezco los consejos, ahora inútiles
que nunca me diste cuando estabas.
Me parece que las musas subsiguientes
me prefieren tal y como me encontrabas.

Me sé fuerza, voluntad, soy infinito
en la misma medida en que yo arda.
Caballero de luz, hombre sin sombras,
pues esas yo bien sé dentro tragarlas.

Más, si aun así tú insistes en culparme,
yo lo acepto: mea culpa y, ¡cosa rara!
Tú, que tanto te esmeraste en el silencio
¡qué placer te da gritar desde la grada!

Cuando huiste cobarde de este ruedo
donde bien se luchan y ganan las batallas.

–Álex Padrón, El rosario del hombre de ceniza,
Editorial Primigenios 2020.