Poesía

¿Me querrás como me amas a lo lejos,
si algún día tu presencia me regalas?
No te hablo de un encuentro fortuito:
me refiero a que a diario despertaras
junto a este ser tan perdido e indolente
que el espejo me refleja en mala cara…

Quiero cuando muera me entierren en un cuadro:
que no sea un Goya, un Chagal, ni un Picasso,
pero pónganme a dormir en cualquiera esquina
que parezca que más que morir, estoy soñando…

Mariposa acelerada como tigre que no vuela,
¿no te parece temprano para pensar en quimeras?

Y podré retomar este empeño de hacerte
mi cuadro preferido, mi obra más perfecta.
Que de tanta la capa, resbale la tormenta
para que no deslía mi voz en tus caderas.

Imagino que no lees más poemas,
por lo menos, no esos que te hacía
cuando fuimos de paseo por las nubes,
mientras cuerpo y pasión nos engullían…

El pronóstico del tiempo para hoy:
se me hace largo,
mientras mi alma por ti se desespera.
En el cielo las nubes son retazos
de feo gris que anuncia una tormenta…

Tengo los ojos tan ciegos de las ganas de verte,
porque amar los recuerdos, sin gozar de tu risa
es pedirle a las horas que duerman vacías…

Si aún piensas, forastero, que Eros a Thanatos habla
con palabras zahirientes por despecho o por venganza…
mira atrás o hacia la izquierda a quién dejas en la nada
porque no tienes ya tiempo, porque todo lo reclama
ese trabajo importante, más vital que quién te ama…

Tienes culpa de un poema desgarrado
que no quiere brotar desde hace días.
(De los que te desgarran la garganta
y deseas que ya salgan por porfía)…